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Creo que los occidentales, que vivimos en grandes ciudades, somos un poco hipócritas con respecto al consumo animal. Comemos más carne que nadie y no queremos saber ni cómo vive ni cómo muere; nos da lástima, pero sólo miramos para otro lado. No preguntamos qué tiene dentro la morcilla, “no me cuentes que quiero seguir comiendo”. Los animales son sacrificados para nosotros, lo menos que podemos hacer es no desperdiciar nada. Y no comer siempre los mismos cortes. Hay que saber, variar, probar, e interesarse un poco aunque sea; todos los cortes tienen distintos sabor y textura; y hay recetas para todos.
• En los supermercados, desconfíen de la carne empaquetada muy, muy roja: está tratada. Mejor comprarla fresca, recién cortada. Es preferible comprar carne de mejor calidad y comer un poco menos, compensando con otra cosa.
• Pollo: si tiene piel muy gruesa, mejor no llevarlo, tiene mucha grasa, agua y casi nada de sabor. Es preferible comer menos veces pollo y comprar de granja, que es más difícil de encontrar y más caro. Y pueden aprovechar los huesos que sobran para una sopa que valga la pena. Es abismal la diferencia de sabor y calidad.
• Carnes de caza: elegir animales jóvenes y gordos. Para congelarlos, envolver patas en doble aluminio y el cuerpo en plástico.
• Pollo: si tiene piel muy gruesa, mejor no llevarlo, tiene mucha grasa, agua y casi nada de sabor. Es preferible comer menos veces pollo y comprar de granja, que es más difícil de encontrar y más caro. Y pueden aprovechar los huesos que sobran para una sopa que valga la pena. Es abismal la diferencia de sabor y calidad.
• Carnes de caza: elegir animales jóvenes y gordos. Para congelarlos, envolver patas en doble aluminio y el cuerpo en plástico.
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